Luego de diez años de colaboración, Donna Conlon y Jonathan Harker logran mantener su dupla creativa viva, fresca y llena de asombro. La curiosidad y la capacidad conjunta de maravillarse con sus vidas, las circunstancias y objetos que los rodean hacen de este par, uno muy divertido. Con un capuchino y un macchiato nos sentamos a filosofar sobre la vida, sus creaciones y el juego.
“Se me rompió un monitor, lo desarmé e intente armarlo de vuelta pero no pude. La pequeña cámara seguía funcionando y como estaba aburrido me la metí a la boca solo para jugar” dice Jonathan. Sin pensarlo mucho y con la cámara directamente enfocada en la epiglotis, comenzó a tararear el himno nacional de Panamá. Después de un minuto de reverberante canción patriótica, las arcadas le impiden finalizar su tonada, pero ese juego inocente, en ese momento, se convirtió en una obra en video y algunos años después, el mismo artista la entiende como una de sus primeras exploraciones dentro de su identidad nacional.
Mientras tanto, Donna por su lado, interesada en el planeamiento urbano -o la falta del mismo- y en su búsqueda socio-arqueológica, aculuma objetos e imagenes de su vida cotidiana y las usa como sujeto para revelar las contradicciones de nuestro estilo de vida contemporáneo. En el 2004 nos presenta Espectros Urbanos, video de 2 minutos y sencillo que muestra sobre los rascacielos de la ciudad de Panamá, pedazos de basura que se apilan para construir el perfil de una nueva ciudad.
En términos de trabajo no hay desacuerdos, más bien nuevos caminos siempre. “Cuando yo pienso A y él piensa B, buscamos C” dice Donna. A pesar de los cambios y obstáculos técnicos que ocurren en las producciones, por lo general siempre en algún punto se genera tensión de manera natural, pero ellos suelen cabrearse con los demás, no entre ellos. Pregunté qué había sido lo más difícil de aceptar de la personalidad del otro y cómo lograban mantener la armonía y ambos sonrieron. Jonathan contó que a veces los confunden por pareja cuando viajan a exhibiciones o charlas y hay que aclarar que necesitan cuartos separados. “Cada uno tiene su vida, por eso la relación ha funcionado de manera tan armónica” dijo la Donna.
No hay tiempo para hueviar.
Siguen un método de trabajo riguroso y exhaustivo con los detalles. Las producciones salen de sus bolsillos, por lo que cuando llegan a filmar tienen planeado cada encuadre de antemano “tener un plan nos da libertad de improvisar en el sitio, de jugar y estar abiertos a los bellos accidentes al momento de filmar” nos platica Harker.
Con el tiempo sus producciones se han tornado más complejas, prestando atención no solo a la imagen sino también al audio, lo cual le da a las piezas una dimensión más cinematográfica.
Puente del mundo, corazón del offshore.
Hablando de temas universales como los Panama Papers, resulta que ustedes venían hablando de esto desde hace un tiempo ya con Manos Invisibles en el 2014 y Bajo la alfombra en el 2015 ¿algún comentario sobre como ilustran estas piezas la actualidad? “Es una cortina de humo que esconde otra cortina de humo; “asombros” de grandes temas como si nadie supiera que existen. Hablar de identidad como construcción de fenómenos sociales y políticos. Panamá, el país más feliz del mundo… el más “podadito” dice J.
Sus piezas son sutiles auto retratos de la colaboración, las mismas son accesibles para que todos puedan entender el video de distintas maneras, tanto sensoriales como afectivas. No hay necesidad de textos kilométricos explicando o justificando la obra. Citando a Donna “Son canciones en donde hay ritmo y letra”
Jonathan y Donna son jugadores profesionales, especialistas en diversión. Uno de los medio para incentivar el aprendizaje, fortalecer el desarrollo intelectual y socioafectivo durante nuestro crecimiento individual, es a través del juego. Los juegos forman parte de la experiencia humana desde el principio de nuestros tiempos. Mediante el concepto del juego se pueden tratar infinidad de temas y el arte no es ajeno a esta práctica. Organizar y plantear conceptos ya sean sociales, políticos o culturales, hace que uno encuentre asombro y esplendor en lo cotidiano, además de plantearse reflexiones, creencias y conceptos ya sean propios o colectivos.
Jonathan es un tipo divertidísimo. Más que un gusto adquirido es un descanso, un respiro a esta supuesta cordura a la que nos hemos convencido pertenecer. Donna como buena científica, aporta una estructura y sobriedad a esa diversión, a veces disparatada, haciendo que la co-creación gane nuevos sentidos y que las obras logren diferenciarse de sus trabajos individuales. Al estar ambos conectados con su niño interior, sus lenguajes audiovisuales carecen de simbologías complicadas. Si hay algo en lo que realmente están de acuerdo es en la premisa de que “si el proceso de creación no es divertido, el resultado en sí tampoco lo es” “Muchos de nuestros videos de alguna forma u otra tiene que ver con nuestra relación y la relación con otros… las manos, los jugadores; el intercambio, el conflicto, la colaboración y la competencia”
La observación y el cuestionamiento de lo que se observa es la base para generar sus interacciones artísticas. Sería imposible aspirar a explicar la complejidad del proceso de creación artístico de este dúo en tan pocas palabras, por lo que te invito a ser responsable, que termines estas líneas y visites el espacio en vimeo.com/conlonharker, de esta manera no cometas el error como panameño de participar en una conversación y no saber quién es Donna Conlon y Jonathan Harker.
Ambos artistas son representados por la galería panameña Diablo Rosso. Sus colaboraciones forman parte de colecciones públicas incluyendo Solomon R. Guggenheim Museum; Tate Modern, London; Queensland Art Gallery- Gallery of Modern Art, Brisbane; Kadist Art Foundation, Paris / San Francisco; Centro de Arte Contemporáneo, Santiago de Compostela, España.
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